“LA VIDA SIN LÍMITES DEL CHEF QUE REVOLUCIONÓ LA COCINA Y QUE LO PROBÓ TODO”

Anthony Bourdain, simpático, con un uso artesanal del sarcasmo, elocuente, audaz y seguro de sí mismo, revolucionó el mundo de los cocineros mediáticos. Una mirada diferente que, con premeditación, intentaba separarse del resto. Libros, conferencias, programas de televisión globales. Una hija que lo adoraba, dinero, fama, viajes, algo que se parecía al mejor trabajo del mundo y prestigio. Parecía que Bourdain lo tenía todo. Pero también lo habitaba una enorme disconformidad. Nunca le alcanzaba, su búsqueda era incierta, condenada a la insatisfacción.
Si él se dio a conocer por develar lo que estaba oculto en las cocinas de los restaurantes más refinados, guardó sus secretos, sus heridas abiertas, los fantasmas que no podía dominar. Le resultó más sencillo mostrar el lado oscuro del mundo de la alta gastronomía que el propio.
Sus fortalezas eran diferentes a la de los grandes chefs. La frontalidad, el animarse a decir lo que los otros no, una mirada distinta, carisma, bucear en lo desconocido. Naturalmente, su arrogancia le vino bien para abrirse y, después, para brillar en TV. Seguro de sí mismo, podía ser encantador y arrollador a la vez. Se ganaba enemigos con facilidad. Grandes chefs, los vegetarianos, los crudívoros y cualquier fanático que no aceptara la diversidad sería hostigado por él. “Tu cuerpo no es un templo, es un parque de diversiones. Disfruta del viaje”, afirmaba.
Estudió y se recibió en The Culinary Institute of America. Luego pasó por decenas de cocinas profesionales aprendiendo el oficio, sufriendo con el ambiente hostil, las presiones y los maltratos. Empezó como lavaplatos, luego le tocó hacer papas fritas.
Anthony Bourdain nació en Nueva York el 25 de junio de 1956 y muere el 8 de junio del 2018, a los 61 años de edad.